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PINTURA Y GRABADO
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MILENA AGUILAR – PINTURA Y GRABADO

Fantasía y obra

La fantasía de un artista es siempre sospechosa. Opera en límites y transiciones: en los límites de lo callado, lo prohibido, lo tabuizado – en las transiciones a lo no-experimentable y lo no-pensable. En breve: pone en duda el orden convencional. La obra creada, al contrario, siempre es una traducción a la lingua franca de la cultura contemporanea. La obra aun contiene el material que puede causar explosiones, pero está envuelto y soldado en las formas de lo tolerabe. Lo tolerable es determinado época por época. De esta manera para el artista siempre es una aventura sondear lo tolerable de una época: es decir hacer estallar el explosivo de su fantasía en una gran explosión o transmitirlo lentamente, en pequeñas dosis persistentes y en formas variadas. Ello naturalmente puede significar que el explosivo pase por inadvertido: que la época no reconozca en lo tolerable lo provocativo e irritativo porque toma la superficie tolerable por todo.

"Imágenes del tiempo": Los bodegones

Al mirar los bodegones de Milena uno está fascinado por la bonita superficie de los objetos lo que fácilmente seduce a permanecer en ella. La intensidad de su mirada descubre la estética de golosinas seductoras. En cuadros de formato pequeño presenta dulces, pasteles, bombones, caramelos, petit fours: obras de arte del confitero, tan cercanas que dan ganas de comérselas. Un glaseado multicolor, crema espumosa, chocolate claro y oscuro, azúcar en polvo decoran estas pequeñas delicias. Con maestría presenta estas cosas - hasta en los puntos de brillo en la fruta escarchada. La pintura puede demostrar también hoy que una técnica impresionante no falsifica el significado.

Cada bodegón, sin embargo, contiene otra imagen construída invisiblemente a partir de lo visible: con toda la fijación en el presente a través de la fuerza luminosa de los colores y la sugestión de una golosina deliciosa el contemplador es remitido a lo no-presentado, al no-presente. La detención del momento es pasajera, lo ahora presente se descompondrá. En la aparente detención del tiempo se hace visible el progreso del tiempo: una paradoja entre lo efímero y lo eterno, entre el devenir y el ser.

Insectos: Imágenes de muerte y vida

Las imágenes de Milena son imágenes en imágenes. Sus naturalezas muertas son "imágenes del tiempo", sus grabados de insectos contienen, como los acertijos gráficos, imágenes de la muerte. Los grabados de insectos muestran creaturas de la naturaleza: creaciones frágiles con formas extrañas casi ornamentales. Son cuerpos inertes de seres, antes vivos, que imponen su posición en la imagen como elementos filigranos de una composición.

Pero con los cuerpos muertos de las moscas, mosquitos, mariposas, avispas, abejas, escarabajos, polillas y falenas lleva la vida de ellos a la vista: su pulular y zumbar, su hormiguear y chirriar, su picar y chupar, su brillo metálico en la luz. En el vaivén de la percepción y de los pensamientos la no-vida empieza a hablar de la vida insistentemente, aunque no se vea. La reminiscencia a la vida, a la ligereza se vuelve a transformar en un espanto por la disolución de la vida, cuando – como en algunos grabados – la mirada cae en partes aisladas de los cuerpos, alas o patas, de los insectos.

Milena continúa la tradición de las imágenes memento-mori sin que ello se note a primera vista. En formas y líneas estéticas recuerda el viejo tema del arte: el análisis de la descomposición, la disolución y la muerte – utilizando para ello los insectos. Pero ese recuerdo sucede de una manera tan ligera casi innotable en la filigrana composición.

Insectos y soldados: Gradación surrealista

En grabados ulteriores los insectos contraen una extraña unión. Parecen todavía formas naturales, pero están fragmentados. Como fragmentos son partes de soldados de juguete en posición de combate. Aquí la fantasía artística abandona el compromiso con lo real y comienza a jugar surrealísticamente: las figuritas de soldados, algunas sólo siluetas insinuadas, se mezclan con los fragmentos de los insectos y producen en suaves sombras y líneas visiones del horror de la guerra y de la muerte. El contemplador, al descubrir las pequeñas figuritas en la estructura de líneas, retrocede – no sólo un poco – asustado.

Tiempo y muerte – temas subversivos

Vemos a Milena Aguilar como una artista que juega y trabaja tenazmente con estos dos grandes problemas de la vida: el tiempo y la muerte. Ni el tiempo ni la muerte se pueden representar en una imagen sensual. El tiempo y la muerte rompen los límites de lo experimentable. El arte, sin embargo, puede llevarlos: con sus extraños medios, signos y símbolos al horizonte del espanto inmediato. Esto lo ha hecho según el contexto histórico y ha sido percibido. A partir del siglo 18, sin embargo, desde un punto de vista histórico-cultural, estos dos temas más bien han sido dejados de lado. El patetismo de las épocas desde entonces se ocupa más claramente de las posibilidades del actuar humano que de su condición física y de su limitación.

En la continuidad de esta tendencia el interés de nuestro presente está restringido en cuanto al tiempo y a la muerte. No es que las ciencias tabuicen ambos temas. Científicamente la muerte y el tiempo, nunca han sido tratados con más intensidad que hoy. Y, sin embargo, el tiempo como límite de la vida, justamente hoy, cuando los gobiernos prácticamente ordenan un impulso de modernización, más o menos ha sido perdido de vista. El orden de nuestra sociedad trata de formarse bajo los eslóganes de productividad, competencia, eficiencia y crecimiento. Una mirada hacia el tiempo y la temporalidad, incluso hacia la muerte minaría subversivamente la complacencia decididamente optimista del tiempo.

Pero las imágenes del tiempo y de la muerte pertenecen al arte. No podemos saber lo que queremos saber de nosotros mismos con tanta urgencia al vivir el arte sin el complejo de símbolos que ofrece con los temas "tiempo" y "muerte".

Cuando Milena hace valer estos temas en su manera personal, silenciosa pero insistente, y por demás con imágenes atractivas, nos recuerda nuestra condición humana. Este recuerdo es tanto anacrónico como actual.

Barbara Ränsch-Trill