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El verano en Helmstedt
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PINTURA Y GRABADO







El verano de 2003 Milena Aguilar lo pasa en Helmstedt.

Helmstedt está situado en la zona fronteriza que separaba la antigua RDA y la Alemania Federal de entonces. Sólo algunos caminos de tanques son testigos de esa frontera. Si no, todo parece unido a lo que lo tiene que estar.

Y sin embargo hay un velo extraño sobre este país.

Milena Aguilar salió a esta región con su caballete portátil y la mirada segura para esta extraña extrañeza en esta naturaleza que sólo parece virgen. Son secciones separadas de su presente, inventario de un mundo que se encuentra en cambio.

De una parte el país parece paralizado por un estancamiento durante décadas, por otra parte los rastros del cambio están grabados en los panoramas desde hace mucho tiempo y han creado una imagen nueva.

Una fábrica forma parte de este paisaje igual que un árbol. Milena Aguilar no hace valoraciones a favor de un idilio pintoresco. Un camino para tanques merece la misma atención como una montaña de sal o un lago artificial cavado en una mina mineral.

Al mismo tiempo Milena Aguilar observa las actividades diarias de los habitantes, el placer del baño en el lago, recreación después del trabajo. Extrañamente alejado, somnámbulo, recuerdos emíferos como si uno se acordara de eventos de la infancia. ¿De qué tiempo son estas pinturas?

¿ Pasado, presente? ¿O son estos lugares y paisajes sólo partículas de un sueño incompleto?

Estos cuadros están homogéneamente iluminados, la fuente de la luz que, conforme a la naturaleza, debería venir del sol o de una cierta hora- aunque fuera mínima- se derrama sobre todo el movimiento como la luz de una lámpara fluorescente. Así lo figurativo casi se hace abstracto . Donde sólo hay luz no hay sombras. ¿O acaso los motivos mismos son las sombras?

Si el impresionismo es la expresión de una percepción subjetiva con la ayuda de una objetividad naturalista entonces estos cuadros seguramente son impresionistas.

Milena Aguilar transmite de una manera precisa y directa como percibe este país oscilando entre un escalofrío sútil y un amor al detalle.

Marc Ottiker, 2004